viernes, 20 de noviembre de 2015

Lanchonete João Victor em Dom Elizeu

De camino a Belém terminamos, por esas cosas locas de la vida, en un pueblo llamado Dom Elizeu, al norte de Brasil, en el estado de Pará. 

Después del intento fallido de pegar carona, hacia el mediodía decidimos comprar tres pasajes en un bondi de larga distancia que salía recién a las 22.30 hs. Era muy temprano y no nos quedaba más que hacer tiempo y alimentarnos para no morir. Mi hermano fue a hablar con una señora muy amable, dueña de "João Victor", un lanchonete familiar a la vuelta de la pequeña rodoviaria del lugar, que se ofreció a cocinarnos un PF a una módica suma acomodada para viajeros hippies -Plato feito. Un "plato hecho" común en todo Brasil. Es un compendio gastronómico bizarro e inentendible en el que ingredientes más, ingredientes menos, podes encontrar feijón, arroz, ensalada, farofa y algún acompañamiento carnívoro. Todo junto en un mismo plato. En algunos casos también agregan fideos. Es una especie de bomba atómica rusa de destrucción masiva pero brasilera y para comer. Sale alrededor de entre 8 y 15 reales dependiendo el lugar y es lo más económico en cualquier casa de comida- así que nos sentamos y nos dejamos deleitar primero por su amabilidad suprema y, después, por la exquisités de sus platos de sabor casero. La mina dispuso todo en la mesa al estilo domingo familiar argento. Nos puso nuestros respectivos platos vacíos, un juego de cubiertos a cada uno, una botella de agua fresca que no nos cobró y comenzó a traer fuentecitas y cazuelas con cositas que dejó en el centro de la mesa para que nosotros nos sirviéramos. Como en casa, nada de platos armados.

João Victor Junior. Tercera generación de una empresa familiar
Estábamos comiendo a la velocidad de la luz, cuando de repente notamos que comenzaron a acercarse de a poco a nuestra mesa algunos niños que venían a chusmear en qué idioma hablábamos de una forma extremadamente poco disimulada, aunque su idea era pasar desapercibidos. Empezando por Wanderson de 10 años de edad y terminando por Lucas, Matheus, João Victor y cinco más que iban para la vereda de enfrente y volvían formando una secuencia cronometrada de trabajo. Todo dependía de lo que tardase en salir la nueva tanda de choclos con manteca calientes que debían vender a los autos y las personas que pasaban. Se terminaban los choclos: Volvían. Salían los choclos: Se iban. Así sucesivamente hasta caer la tarde/noche. 


Wanderson fue el primero en acercarse. Miraba desconcertado acercándo la cabeza a cualquiera de nosotros cada vez que emitíamos palabra alguna. Tenía una remera verde y una heladerita de telgopor colgando cruzándole el torax y bajando hacía su muslo izquierdo. Lo miré, le dije "hola" y le pregunté su nombre. Se quedó pasmado y a los cinco segundos me respondió de una forma tímida. "¿Que vendés ahí?" le preguntó mi hermano. "helados. Los hace mi mamá" respondió. "¿Y cuánto cuestan?" retrucó Juan Manuel. "0.50 centavos de real". Mi hermano sonrió y le pidió uno, mientas sacaba sus dibujos de la mochila para compartirlos con las crianzas que quedaron obnubiladas con el arte de Juan. Por eso fueron beneficiarios, cada uno de ellos, de un regalito handmade invaluable monetariamente. Así comenzó la charla con el pequeñín, una conversación que terminó siendo grupal y duró horas y horas. 



BRASIL Y SU CULTURA DEL TRABAJO INFANTIL NATURALIZADA.
Lucas y Wanderson son hermanos y parte de una familia numerosa conformada por los padres y diez de los once hijos porque uno murió en un accidente hace unos años. Todos trabajan. Según los hermanitos contaban, por decisión propia. Para comprarse sus cositas, pagar algún que otro capricho y poder ayudar a sus progenitores. Lucas es un futbolero nato. No solamente por su fanatismo, si no también por su jogo bonito. El pibe agarró la pelota de mi hermano y fue impresionante ver la forma en que manejaba los jueguitos, las patadas y los cabezazos. Canalizó su exceso de energía jugando a los pases de pelota y al metegol entra con Siske a un costado del restaurante. En su tiempo libre vende agua mineral en la calle con una heladerita. Tiene un patrón que le fija un objetivo diario, no tiene un horario fijo para cumplirlo. Todos ellos asisten a la escuela de doble turno. Los demás también trabajan con las ventas ambulantes. Helados, choclos, salgados o lo que sea que se les vaya presentando. A excepción de João Victor que ayuda en la empresa familiar, pero todos siguen una misma estructura: Trabajan, juegan y estudian. No es la primera vez que un chico me cuenta esto. A lo largo de mi viaje he hablado con muchos (chicos y adultos) y la gran mayoría cumple este patrón como una forma normal e indiscutible de vida. Con ellos terminé de darme cuenta de que los adultos tenemos mucho que aprender de los niños. Mucho de verdad. 

Con su pequeño sueldo se dieron el lujo de comprar alguna que otra comida callejera autóctona, solo para disfrutarla con nosotros y hacernos experimentar los sabores del pueblo de Brasil. Nos explicaron cómo se hacía y como debía comerse. Nosotros no éramos gringos para ellos, si no que pasamos a ser huéspedes en su territorio. Nos atendieron de una manera alegre y cordial haciéndonos sentir cómodos a cada minuto.

Y UN DÍA LOS CHICOS PROBARON EL MATE.
Al caer la tarde decidí preparar el mate. Algunos ya sabían lo que era -chimarrão- otros simplemente preguntaron. Respondí y les pregunté si querían experimentar. Comenzó la ansiedad para ver quien era el primero que tomaba. Les avisé que lo hacía dulce, a diferencia del mate gaucho que por costumbre es amargo. Hubo reacciones de todo tipo a la nueva bebida. Algunos gustaron y pidieron más, otros decidieron no seguir tomando y Lucas manifestó su desesperación con cara de asco y terminó por escupirlo "puaaaj! Yo no se como pueden tomar eso! es muy ruin!!!"




El paso rutero por Dom Elizeu fue uno de los más divertidos y enriquecedores de mi viaje. Las experiencias con chicos siempre se caracterizan por ser auténticas y llenas de energía. Hermosa parada que voy a guardar para siempre en mi corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario