lunes, 18 de enero de 2016

Primera carona. De Santarém a ¿Cuiabá? Failed



La carona salió el día 6 de enero de 2015 a alrededor de las 10 am. Èramos seis personas adentro de la cabina del camión: Maurillo, el motorista; Rodrigo y Aline, la pareja de paolistas; Eduardo, el pibe que controlaba que todo llegue a destino con una papeleta; Mi hermano y yo. Nos ubicamos estratégicamente como piezas de tetris para que nadie se quede abajo y todos podamos llegar sanos y salvos a destino: Cuiabá (en principio). En el asiento del co-piloto estaba Eduardo, un brasilero nativo de Santarém de 17 años -pero parecía de 26- entre Eduardo y la palanca de cambios, en el piso de la parte delantera estaba Juan Manuel. En el asiento de atrás, la cama de Maurillo, estábamos Aline, Rodrigo y yo. En mi lado había un televisor pequeño apagado que se me caía encima todo el tiempo de forma insistente, al igual que un bloque macizo de telgopor cuya existencia no tenía sentido alguno y su funcionalidad todavía no logro comprender.
Este es Maurillo y ese es el camión en el que viajábamos los 6
A las cuatro horas de viaje se me durmió el culo. Una hora más tarde sentía mitad dolor, mitad cosquilleo en la parte izquierda del cuerpo. La parte derecha, el soporte humano de la tele y el telgopor, directamente ya no la sentía. A las seis horas de viaje mi hermano me dio su lugar en el vehículo, quedándose así con la peor ubicación de todas: La mía.


Alrededor de las 21.30 hs. bajamos a cenar a un parador. Quería tomarme un café, pero me tomé como cinco porque era gratis. Para terminar de recibirme de rata pedí un pucho -hacía días que ya no compraba- unas chicas me bancaron el vicio, me preguntaron de donde era, les conté y me fuí. A los quince minutos me llamaron a los gritos, fuí. Todo el espamento era para decirme que era muito bonita y para pedirme mi whatsApp. Les dije que no tenía, entonces me pidieron el Facebook. Maurillo nos llamó para partir de nuevo a la ruta, así que seguimos viaje. Como estaba relampagueándo y ya era bastante tarde, el conductor decidió parar a dormir; así que terminamos todos afuera colgando las redes de un camión a otro que estaba estacionado al lado. Los mosquitos no nos dejaron en paz y -ya estando a una picadura de necesitar de transfusión de sangre para seguir viviendo- noté que mi bolsa de dormir había quedado en el camión junto con la de mi hermano y que era imposible sacarla ya que Maurillo dormía profundamente. Se largó a llover como hacía meses no llovía en Brasil. Nos fuimos abajo del techito de un lubricentro cerrado del parador y, como no había lugar para colgar las redes, nos envolvimos con ellas y nos tiramos sobre el cemento. Sin bolsa de dormir, cagados de frío. Así pasamos TODA la noche hasta las 5.30 am que noté que abrían un lanchonete ahí cerca y me mandé para allá después de, prácticamente, juntar del piso los pedazos sueltos de columna vertebral y cervicales que dejé tirados por dormir como vagabunda. Mientras tanto seguía lloviendo y, no obstante con eso, al camión se le pinchó una goma, así que tuvimos que esperar un tiempo considerable para volver a salir. 

CARONA FALLIDA:
El plan original era salir de Santarém y terminar en Cuiabá despues de, alrededor, de dos o tres días. Si se fijan en el mapa que subo a continuación, nos quedamos a menos de la mitad del recorrido.


Nada salió como estaba estipulado. La lluvia complicó todo inundando la ruta no pavimentada y dejándonos varados durante más de dos horas con cincuenta camiones por delante e incontables camiones por detrás. Cuando Maurillo apagó el motor del camión y nos explicó lo que estaba pasando, tiró unas estadísticas locas relacionadas con los tiempos de espera en el caso de que no lloviera más y nos comentó como la situación podía agravarse considerablemente en el caso de que siguiera lloviendo. Èl no se podía mover del lugar de donde estábamos porque eso implicaría perderlo y después tendría que hacer la interminable fila otra vez si, pasados algunos días, todavía el tema no se solucionaba. La ruta más o menos estaba así:

Imágen ilustrativa -de la misma ruta- bajada de internet. El camino estaba así pero yo no tenía cámara para sacar foto.

Así que con mi hermano y los paolistas decidimos saludar a nuestro conductor, agradecerle por el enorme favor (aunque no saliera) y abandonar la carona para buscar otra nueva que nos haga avanzar más allá de la zona de conflicto. Allí pegamos la que decidí denominar como "CARONA EXPLOSIVA" en honor a sus características bizarras.
 

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