Según Wikipedia, "reciclaje" etimológicamente es un proceso cuyo objetivo es convertir desechos en nuevos productos o en materia para su posterior utilización. Gracias al reciclaje se previene el desuso de materiales potencialmente útiles, se reduce el consumo de nueva materia prima, además de reducir el uso de energía, la contaminación del aire bla bla bla. Según los hippies con los que tuve el placer de compartir morada, reciclaje es otra cosa. Es parte del lunfardo de rúa y está directamente ligado con el arte de pedir comida, principalmente en restaurantes y supermercados.
El mecanismo es el siguiente: Entrar a un lugar y pedir las frutas y verduras que están abolladitas o con peligro de estragarse en unas horas. Los comerciantes tienen en claro que no van a poder venderlas y si no las regalan tienen que tirarlas. Es muy común, por lo tanto la mayoría de los lugares ya tienen horarios establecidos para que los recicladores vayan sin interrumpir la jornada laboral. Muchos de los pibes ya eran expertos y conseguían cantidades industriales de alimento. Pero las chicas, las chicas eran la posta, siempre pegaban cajas y bolsas llenas. Otros ya sabían de memoria los horarios de cierre de varias casas de comida, así que era habitual estar en la plaza principal de Jericoacoara, por ejemplo, y que caiga alguno con platos descartables con pastas o pizza. Para mi cumpleaños, gracias a este método, yo pude disfrutar de un rico sushi que mi hermano y Georgina pidieron para mí.
Pero la finalidad del reciclaje, más allá de representar un fuerte ahorro económico, para mí fue otra. Una reflexión interna y más profunda que cualquier otra. Para mí representó la caída de otro paradigma más y una nueva cosmovisión de vida.
* * * *
Los primeros días en Brasil, sin saber cómo mi viaje iba a seguir su rumbo, recuerdo que todo solía ser más sencillo. O en realidad no, más que sencillo, conocido. Mi mentalidad era resolutiva de manera básica: Tengo hambre, como afuera. Punto. El problema vino después, cuando las semanas iban pasando y mi bolsillo entraba en default financiero haciendo que todo mi sistema nervioso colapse. Había partes del mes en que ya las chirolas poco alcanzaban para comprar cosas en el súper y cocinar por turnos en el camping para economizar costos. Me ahogué en un vaso de agua. "no tengo guita, estoy lejos de casa, tengo que buscar un laburo y no tengo la más puta idea de como hablar este idioma" Para cada premisa problemática mi cabeza inventaba y sumaba un nuevo problema que realzaba el estrés en lugar de brindar una solución simple. Y lo que empezaba con "tengo hambre" terminaba con una incitación al suicidio, sentirme una fracasada, una desempleada analfabeta en territorio extranjero o, lo que es peor, me tentaba a llamar a mis viejos para que me den un préstamo para poder volver en avión a la comodidad de mi vida estructurada y rutinaria.
La realidad era que había que recortar gastos. Como sea. Había que empezar a ahorrar en cosas que perfectamente podían adquirirse con otros métodos para mí impensados y pasar los últimos días del mes sin morir en el intento mientras esperaba cobrar mi próxima remuneración mensual. Robar nunca fue una opción, en cambio disponerme a demoler y transformar toda mi estructura mental sí.
* * * *
"Cuando la suerte que es grela, fallando y fallando, te largue paraó. Cuando estes bien en la vía, sin rumbo, desesperao. Cuando no tengas ni fé ni yerba de ayer secándose al sol. Cuando rajés los tamangos buscando ese mango que te haga morfar, la indiferencia del mundo que es sordo y es mudo recién sentirás. Verás que todo es mentira, verás que nada es amor. Que al mundo nada le importa: Yira, yira! Aunque te quiebre la vida, aunque te muerda un dolor. No esperes nunca una mano, ni una ayuda, ni un favor. Cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás, buscando un pecho fraterno, para morir abrazao. Cuando te dejen tirao después de cinchar, lo mismo que a mí. Cuando manyés que a tu lao se prueban la ropa que vas a dejar, te acordarás de este otario que un día cansado se puso a ladrar"
* * * *
Así conocí el arte de reciclar, como le decían los hippies -que no eran hippies propiamente dicho, así jodíamos nosotros- No voy a mentir, mi primera reacción a la propuesta de las chicas para acompañarlas al súper a buscar fruta y verdura para todos fue nefasta, al punto de abrir los ojos de manera desorbitada si entender lo que se me estaba pidiendo y decirles, al mismo tiempo de reaccionar para el orto, "voy a morir de hambre en Brasil chicas" porque de verdad no estaba dispuesta a llevar a cabo dicha actividad. Realmente no me veía pidiendo nada, a nadie! Mucho menos comida. Me daba una vergüenza incalculable. Y así fue hasta que me puse a pensar en por qué me daba vergüenza hacer algo que, en definitiva, era tan fácil como entrar a un lugar, pedir lo que eventualmente tendrían que tirar en unas horas, levantar la caja e irme. Y ahí encontré la respuesta: EL QUÈ DIRÁN y el TERROR A PEDIR AYUDA. Este último tiene que ver con una forma de pensamiento egotista y precaria que tenía, creo. El súper yo; Que me brotaba de las trompas de falopio con el "todo lo puedo" quizás por ver durante mucho tiempo, inconscientemente, que el no poder con algo me hacía debil.
Y empecé a buscar en mi disco rígido cerebral cuantas veces el què dirán invadió mi vida haciéndola tediosa, menos llevadera y más difícil de lo que realmente es. Me asusté con la cantidad de pensamientos que vinieron abruptamente a mi cabeza. Casi como un cachetazo de realidad que me dejó tambaleando. Me acordé, por ejemplo, de haberme embarcado en un laburo de mierda -que terminó por casi matarme de un pico de estrés desde muy chica- que me hacía miserablemente infelíz, solamente por poder mudarme sola. Porque a mi me contaron eso de que madurar es ir y alquilar tu propia casa, para no ser una reverenda boludona que vive con sus padres ¿Cuál fue el precio que pagué por eso? Todo para que algunos terceros no me señalen con el dedo. También me acordé de haber mantenido relaciones amorosas por meses, sin que ya quedara una gota de amor por la otra persona, para que no me señalen como la mina que dejó a ese "buen partido", por lo que podían pensar sus familias. Me ví metiéndome en una carrera de esas que llaman importantes, cuando en realidad yo lo único que quería era escribir, cocinar y hablar boludeces en algún escenario. Me encontré haciendo de goma las 25 mil tarjetas de crédito comprando perfumes importados y ropa cara que se amolde a mis laburos y al ambiente de la universidad privada en la que yo cursaba. Me ví en miles de situaciones, resolviendo de una manera completamente contraproducente y enfocada en el OTRO. Dónde yo no era el centro ni el destinatario de mis propias decisiones. Por primera vez en mi vida: Me ví sin ningún tipo de filtro de autopreservación. Y me asusté de mí misma. Era hora de modificar mis conductas si quería modificar mi forma de vida y encontrar, yendo más profundo, el por qué de algunas fluctuaciones recurrentes en mis estados de ánimo. Empezar a actuar de otra manera, probando, siempre probando cosas para poder decidir después con fundamento si me gustan o no. Si las elijo, o no. Que va! las herramientas están para usarlas y hay infinidad de caminos para ser tomados.
Me costó y no lo hice muchas veces, pero lo importante fue que lo hice. Lidié conmigo misma, me puse a prueba y lo logré. En la puerta del súper con Siske, el dolor de estómago antes de entrar era insoportable. Temblaba de miedo. "voy, no voy, voy, no voy" nos miramos las dos riéndonos de los nervios y lo hicimos. Y me dio hasta bronca de lo rápido y natural que surgió todo. "Si, si acá tienen, lleven de todo esto lo que quieran". Tanto preámbulo de nerviosismo injustificado para terminar, en menos de cinco minutos, las dos con una caja llena de comida gratis para nosotras y la gente del camping que quiera comer. Después con Vanessa ya nos armamos un team como el de nueve reinas. Entrabamos a un súper con una táctica infalible de trabajo en equipo y seguíamos consiguiendo cosas, a veces algunas que ni estaban previstas para que se las lleven los recicladores.
Así comenzó una nueva etapa en mi vida. Porque esa pequeña cosita cambió un montón de otras pequeñas cositas que hicieron una gran diferencia. Ningún vendedor podía pasarme con el precio de nada; Si tenía que discutir, lo hacía. Conseguimos rebajas en mil cosas porque aprendimos a plantarnos. También me encontré tomando, sin ningún pudor, lo que dejaban intacto en otras mesas en las que ya habían pagado la cuenta para traerlo a la nuestra. Grandes comilonas por sumas módicas. Un gran progreso, una nueva herramienta y una nueva forma de encarar problemas. Y con esto último hablo en gral. No solamente de temas que tengan relación con pedir cuando tenés hambre. Estar del otro lado te abre una nueva arista por la cual mirar las cosas. Estar del otro lado te hace comprender más al otro y comprenderlo de una forma más profunda, te hace admirar personas a las que nunca imaginaste que podías admirar. Cambian los parámetros completamente. Se quiebra un paradigma que da lugar a otro y abre las puertas a la VALORACIÓN real de las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario