viernes, 20 de noviembre de 2015

Lanchonete João Victor em Dom Elizeu

De camino a Belém terminamos, por esas cosas locas de la vida, en un pueblo llamado Dom Elizeu, al norte de Brasil, en el estado de Pará. 

Después del intento fallido de pegar carona, hacia el mediodía decidimos comprar tres pasajes en un bondi de larga distancia que salía recién a las 22.30 hs. Era muy temprano y no nos quedaba más que hacer tiempo y alimentarnos para no morir. Mi hermano fue a hablar con una señora muy amable, dueña de "João Victor", un lanchonete familiar a la vuelta de la pequeña rodoviaria del lugar, que se ofreció a cocinarnos un PF a una módica suma acomodada para viajeros hippies -Plato feito. Un "plato hecho" común en todo Brasil. Es un compendio gastronómico bizarro e inentendible en el que ingredientes más, ingredientes menos, podes encontrar feijón, arroz, ensalada, farofa y algún acompañamiento carnívoro. Todo junto en un mismo plato. En algunos casos también agregan fideos. Es una especie de bomba atómica rusa de destrucción masiva pero brasilera y para comer. Sale alrededor de entre 8 y 15 reales dependiendo el lugar y es lo más económico en cualquier casa de comida- así que nos sentamos y nos dejamos deleitar primero por su amabilidad suprema y, después, por la exquisités de sus platos de sabor casero. La mina dispuso todo en la mesa al estilo domingo familiar argento. Nos puso nuestros respectivos platos vacíos, un juego de cubiertos a cada uno, una botella de agua fresca que no nos cobró y comenzó a traer fuentecitas y cazuelas con cositas que dejó en el centro de la mesa para que nosotros nos sirviéramos. Como en casa, nada de platos armados.

João Victor Junior. Tercera generación de una empresa familiar
Estábamos comiendo a la velocidad de la luz, cuando de repente notamos que comenzaron a acercarse de a poco a nuestra mesa algunos niños que venían a chusmear en qué idioma hablábamos de una forma extremadamente poco disimulada, aunque su idea era pasar desapercibidos. Empezando por Wanderson de 10 años de edad y terminando por Lucas, Matheus, João Victor y cinco más que iban para la vereda de enfrente y volvían formando una secuencia cronometrada de trabajo. Todo dependía de lo que tardase en salir la nueva tanda de choclos con manteca calientes que debían vender a los autos y las personas que pasaban. Se terminaban los choclos: Volvían. Salían los choclos: Se iban. Así sucesivamente hasta caer la tarde/noche. 

jueves, 19 de noviembre de 2015

Adiós Maranhao. Camino a Belén do Pará


Belém do Pará es una ciudad enorme, llena de gente y geográficamente está bien al nordeste de Brasil. Para llegar tuvimos que hacer varios viajecitos en tren, bus y patear la ruta con las veinte mil mochilas buscando caronas (dedo) que nos economicen un poco la llegada a nuestro próximo destino. Salimos de Sao Luis de Maranhao bien temprano y nos tomamos el único tren que sale de allí hacia otras zonas del mismo estado. En principio nos dirigíamos a Açaílandia, para poder llegar desde allí a Carolina, donde nos habían comentado que había unas cascadas hermosas y que era un lindo lugar para pasar unos días y renovar pilas para seguir viaje a Belém. Bajamos en Açaílandia bien al pedo, porque nunca fuimos a Carolina, cambiamos la ruta después de un viaje un poco cansador y tuvimos que emprender otro nuevo. En cuanto al tren... En realidad esperábamos que sea un transporte rústico de vagones hechos recontra mierda, pero nos equivocamos y nos sorprendimos muchísimo cuando llegamos. Era un tren a todo culo, nuevo. Para abrir las puertas apretabas un botón, muy Matrix todo.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Kit Depilación freelancer. Experimento científico.


El calor agobiante hace que las vellosidades corporales no puedan ocultarse tan fácilmente debajo de unos jeans apretados y unas botas, tal como acontece en períodos invernales de Baires. Para colmo descubrí con asombro que los pelitos del brazo se erizan, cual gato enojado, a altas temperaturas y, a pesar de que los míos gracias al cielo son rubios, me asombró notar la cantidad tupida que tenía cuando pisé Sao Luis y comenzaron a pararse uno a uno al unísono, tal como si hubiera sido víctima de una electrocución fruto de haber metido los dedos en un enchufe que pareciera haber arremetido vilmente contra mi persona bajo una descarga eléctrica mortal.

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Como era de esperarse, y sobre todo debido al valor cambiario, la depilación acá en Brasil representa un desafío bastante grande para mi bolsillo. La realidad es que hoy me toca elegir entre depilarme en un local y comer para el orto, o probar la independencia depilatoria haciéndolo por mí misma y darme algún que otro lujo culinario de vez en cuando. Como en todo, también en la belleza, solo es cuestión de aprender incursionando en nuevas opciones y ponerle mucha onda para rebuscárselas lejos de casa. 
La buena noticia es que, hace unos días, revisando los bolsillos secretos e incontables de la mochila, me di cuenta que mi depiladora eléctrica no había desaparecido tal y como pensaba. Si no que para que nadie me la robe, había buscado un recoveco imposible de encontrar para guardarla. Tan imposible que ni yo pude hallarla posteriormente, hasta el momento en que decidí hacer una limpieza profunda de mi bolso de equipaje para seleccionar qué seguiría viaje conmigo y que no.

La impronta principal que se me presentó en el viaje fue el hecho de que, hasta ahora, solo viví en lugares con baño y cocina compartida (a excepción de Camocim y Parnaíba, donde solo estuve de paso un tiempo considerablemente menor al del resto de los lugares). No creo que sea prudente cagarme en todo y poner a calentar la cera -con ese olor a culo que la caracteriza cuando se esta fundiendo- en una cocina comunitaria. Tampoco creo que sea civilizadamente aceptable ponerme a depilarme el cavado completamente despatarrada sobre la mesa grupal, mientras mis vecinos disfrutan de sus patas de pollo con arroz y feijón. Además eso daría por resultado la recibida total y absoluta con honores de "incogible definitiva" con posterior adquisición del diploma que mi mamá tendría la obligación de colgar orgullosa enmarcado en un cuadro de vidrio, sobre el sillón en el living de su casa.

Rearmando (a Gisela Bosi) la mochila

Y en el camino voy dejando atrás objetos que siento que ya no me definen y encierran una parte mía que ya no quiero seguir cargando si deseo continuar hacia adelante con una liviandad que, en definitiva, me hace libre.
La ironía del viajero es encontrarse diciendo "cuantas cosas tengo" cuando en realidad la totalidad de las mismas se reduce a lo necesario: Una mochila grande y, a lo sumo, una pequeña que complementa a la primera.
Un día comprendés que tu mochila, en realidad, sos vos mismo y allí aparecen la magia y el goce, fruto de comenzar a vivir una vida simple.


La simplicidad del viajero es darse cuenta de que con lo poco que carga es más que suficiente, experimentando así el hecho importante de darse cuenta de que al final la vida se reduce solo a ser vivida y a no necesitar más nada -para cumplir ese objetivo- que lo que lleva, sus compañeros de ruta y su fe en que en algún lado del mundo tiene una familia llena de amor esperando a que vuelva.

Mis únicos tacos, un sweater nuevo y un bolso que me salió un huevo. Quedan en Sao Luis de Maranhao

martes, 17 de noviembre de 2015

"Um chimarrão gostoso se faz assim": Recolección de equipo matero

"Un mate gustoso se hace así" O por lo menos eso dice -en sus indicaciones de preparación al costado- el paquete de erva-mate que conseguí en Sao Luis después de un mes de vivir acá y de haber llorado todos los días por no haber podido tomar mate llegando a protagonizar situaciones extremas propias de un tango como secar una yerba usada al sol para rehusarla. Lo más irónico de todo es que siempre hubo yerba, incluso en el mismo supermercado al que fui incontables veces para ahorrar chirolas, pero yo nunca la vi.

El equipo de mate improvisado que pude armar en cuotas después de tres meses de salir de Argentina.
El paquete tiene una combinación de colores nefasta con la imagen de unos gauchos en el frente. Se llama chimarrão dos pampas aunque, sinceramente, debería llevar un nombre como "terrible poronga" o "esto es solo un compendio de polvo con algunos palitos". Me salió carísima, alrededor de R$12. Todo porque los brasileros no consumen estas cosas y saben fehacientemente que solo los extranjeros compramos productos como este, así que deciden deliberadamente rompernos el culo con el precio.

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Desde que salí de Argentina hasta hoy, puedo afirmar que no tuve suerte a la hora de tomar mate. Primero mis cervicales la parieron, ya que no tuve mejor idea que, por las dudas, traerme 3Kg. de yerba argentina en la mochila para aseverar que soy una mina preparada en todo momento. La yerba para mí es más importante que los tampones, con eso les digo todo. Mi ansiedad, por lo general, deviene en angustia oral y, para no fumarme 25 cigarrillos por segundo, lo que hago es apalear mi adicción con otra que creo menos dañina, es decir: Abusar de la mateína para no matarme con los puchos.
Cuando llegué a Brasil, me di cuenta que no había traído mi equipo básico de supervivencia, el de mate, claro. Tenía un arsenal de yerba pero absolutamente nada contundente con qué tomarla. Puteé bastante pero no me hice mucho problema pensando de una forma demasiado ilusa que podría comprarme todo el kit nuevo y continuar con mi vida normalmente sin asesinar a nadie. Me equivoqué. No conseguí una puta bombilla -acá ni saben lo que es- o un mate que no tenga el tamaño de un flete por ningún lado. Con un portugués horrible, solo me quedaba la opción de jugar al dígalo con mímica en cada mercado, mercadito, súpermercado, almacén, bar o whatever que entrara. Ahí empezó la desesperación que, posteriormente, mutó a la mendicidad. Al comienzo tuve que depender de la circunstancia meramente azarosa de cruzarme con algún argento o uruguayo que quiera convidarme un mate y cuando eso pasaba SIEMPRE eran amargos. Yo tomo el mate más dulce y horrible del mundo. Para prepararlo no sacudo la yerba, meto todo a lo bruto en el poronguín, le clavo la bombilla en seco y después lo lavo al toque con agua hirviendo colapsada de edulcorante. Es la única forma en que puedo pasar tan preciada bebida. El mate amargo me produce síntomas de gastritis y además siento que me cagó casi paralelamente al primer sorbo de manera instantánea.

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Lo bueno de todo esto, es decir, de no haber tenido mis cosas... Fue que en la búsqueda de las mismas, en el camino para obtenerlas, gané mucho más que artículos. Estas son algunas de las lecciones que me dio la vida gracias a la incoherente falta de mi termo, mi mate y mi bombilla.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Gisela vs las SS (Siri y Siske)

Mi amiga europea Vanessa -Siske para los amigos- que también es mi roomate, compañera de viaje y de emociones, esta pasando por un período de revolución hormonal devenido en bipolaridad extrema -resultado de las contraindicaciones de un antibiótico que está tomando actualmente- comenzó a hacerme planteos muy similares a los que me haría una pareja a la que no le doy la atención suficiente. No obstante con eso, me acusa vilmente de abstraerme del mundo cuando me pongo a escribir y, posteriormente, cubre el vacío existencial que aparentemente yo le dejo, con una voz cibernética proveniente de la inteligencia artificial de su Ipad que, orgullosa, se autoproclama SIRI de una manera extremadamente soberbia y que entabla con Vanessa conversaciones -demagógicas- en perfecto español neutro.

Entonces, mi contexto hogareño diario -en la recalcada concha del mono- vendría a ser algo parecido a una charla de café entre una máquina de bolsillo y mi amiga que, además, usa dicho aparatejo como medio para hacerme planteos indirectos carentes de toda sensibilidad hacia mi persona, en stéreo con una máquina. Muy Terminator 3 todo.

jueves, 12 de noviembre de 2015

La fuente de Sao Luis, un recuerdo de una época nefasta

La fuente, denominada así por lo que estructuralmente es, lleva dentro de su fachada de construcción de antaño una triste historia de un país azotado por una época nefasta, como la mayoría de los países que promulgaron el esclavismo como forma natural de vida.

A pesar de su aparente simpleza, es superficialmente una construcción imponente que sigue la estética antigua de toda la ciudad y esta representada por una pared subterránea al aire libre con algunos ventanales con rejas y, en su base, un rectángulo de poca profundidad lleno de agua - por el que antes podía entrarse, pero que el gobierno decidió deliberadamente cerrar para que turistas y locales no ingresaran - Es como un ángulo de 90º que en la parte inferior posee una canaleta central con un poco más de agua que corre interminablemente y lo que rodea dicho hueco no es más que un piso de piedra llano que muere en unas escalinatas que invitan a subir a la superficie, a la altura de la calle. Básicamente una especie de agujero tallado en la rúa. Tal es así que para poder observarla hay que mirar hacia abajo, asomándose a través de una baranda, parte de la misma fuente. 


Dentro de sus muros, perpetuamente sellados, yacen incontables almas de esclavos que arriesgaron su vida ingresando al monumento, impulsados por su afán de escapar de las cadenas que los despojaba de toda libertad posible. Personas desesperadas que entraban nadando a la fuente sabiendo fehacientemente que era la única salida posible y el único camino hacia su libertad.

La fuente, en su interior, tiene pasajes subterráneos que comunican varios puntos de la ciudad por las alcantarillas. Quien se animara a semejante aventura, podía recorrer Sao Luis por debajo de la altura del piso, paralelamente al resto de las personas libres que lo hacían desde la superficie. Esta era la motivación principal de los esclavos brasileros que, sin dudarlo, arriesgaban su vida ingresando en la fuente. Algunos lo lograron, otros fallaron en parte de su objetivo principal, puesto que si bien no pudieron salir con vida, murieron por una causa noble y en total y plena libertad. 

La fuente, en la actualidad, es un punto turístico cargado de historia. Al pie de la misma, en su base, se hacen, algunas noches, pequeños recitales, más que nada de tambores de crioula y ritos de macumba/umbanda también con percusión. Bailes religiosos con figuras de santos de piel oscura y ropas de colores brillantes. No se si es por entretenimiento local, cultura o simplemente para honrar las ánimas de todos aquellos caídos que ingresaron en la fuente y nunca pudieron volver a salir.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

La piba arshentina que limpia los baños.

Jericoacoara para mí significó muchas cosas, fue uno de mis primeros destinos, viví ahí dos meses inolvidables y quedé enamorada del lugar, conocí personas increíbles y cada día que pasaba era testigo de como parte de mi estructura mental se iba derrumbando a pedazos de una forma demasiado rápida y abrupta. Y digo esto porque algunos derrumbes fueron extremos. De un momento a otro me encontré pensando diferente a lo que pensaba un segundo atrás y, consecuentemente, haciendo cosas que jamás pensé que iba a hacer en mi puta vida. 

El caso más fenomenal al que me enfrenté hasta ahora, casi inconscientemente, tuvo su lugar a mediados o fines de septiembre del año que corre, en el camping Natureza, donde después de muchas dudas y excesiva insistencia conseguí cambiar trabajo por estadía, sin darme cuenta que lo que en realidad estaba mutando era yo, mi paradigma de vida y mi miedo al ridículo. La forma que tenía de encarar y ver las cosas se amplió tomando un rumbo completamente desconocido para mí, transformando todo por completo y dando un giro brutal de 180º del cual, asevero con todo mi ser, que no hay retorno.

El mismísimo Natureza con las pibas cuando lo encontramos de pedo en Camocim

1ª Marcha de Meninas do Maranhao

Panfleto oficial de la marcha.
Ayer, alrededor de las 18.00 hs, iba caminando por la rúa grande como cualquier otro día y me sorprendió una muchedumbre de mujeres uniformadas y ruidosas que venían copando la calle en filas desordenadas sin poder pasar desapercibidas ante los ojos de los transeúntes. Las meninas do Maranhao salieron por primera vez a patear la calle reclamando por sus derechos y por la igualdad social. El lema era Basta de racismo, machismo y violencia, a través de la metodología de una manifestación pacífica, el uso de altavoces al taco y una fuerte percusión musicalizándolo todo, dándole un tinte carioca con mucha presencia y un fuerte poder a cada paso. Las pancartas y cartulinas escritas a mano eran enseñadas a cada persona de la peatonal con orgullo y una pasión desenfrenada. Detrás de cada cartel estaban ellas, las más de cincuenta mujeres que marchaban erguidas de forma desestructurada al ritmo de la batucada, con sus ojos brillando de orgullo y auto-reconocimiento a su propia valentía. Una energía increíble invadía el lugar, una fuerza femenina que brotaba desde lo más profundo de sus trompas de falopio. Cada alarido denotaba ese poder interior que solo se equipara al que una madre puede mostrar cuando el fruto de su vientre corre peligro, esas garras atigradas, ese motor ovárico empujado por el cansancio de cuerpos voluptuosos que decidieron salir a decir "BASTA".
"Nosotras las meninas jóvenes, estamos en marcha por un mundo sin racismo, sin machismo, sin violencia, sin ningún tipo de preconceptos: Por ser chicas, por ser jóvenes. Queremos el reconocimiento de nuestra voz y derechos, con políticas de promoción de igualdad! Un mundo libre donde todas las chicas y chicos tengamos las mismas oportunidades. Tenemos el orgullo de ser jóvenes, de ser negras, que a pesar del racismo cotidiano permanecemos luchando por la igualdad de hecho y de derecho, por la ciudadanía de nuestras comunidades y por los espacios de poder que nos son negados. Somos la resistencia de los quilombos de los patios de nuestras comunidades. Somos accionistas que ennegrecen las universidades; aquellas que golpean el tambor y aman su cabello afro! Somos las que se preocupan por la criminalización y el genocidio de nuestros hermanos, amigos y compañeros! Somos las que luchan por una atención de salúd que respete nuestros derechos sexuales y derechos reproductivos. Tenemos derecho de tener la información adecuada y segura sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad! Somos las que queremos una educación donde chicos y chicas sean tratados con igualdad de derechos! No somos frágiles, no somos débiles! Los chicos pueden llorar, pueden ser románticos, sin ser cargados o discriminados! Somos aquellas que luchan contra la violencia doméstica y sexual que nos deshumaniza!

martes, 10 de noviembre de 2015

Las colillas de los puchos de Siske. Hippismo extremo.


Este es otro capítulo de "COSAS QUE NUNCA PENSÉ QUE IBA A HACER EN MI PUTA VIDA". Hoy toca hablar de los puchos, esos tubos cancerígenos que no logro dejar (tampoco intento) y que me comen la vida, los pulmones y el bolsillo de una manera garrafal.

Hollywood - jolibudi acá - Una de las marcas alternativas que manejan los brasileros.

En tiempos de extrema sequía económica, con crisis financiera, a días de cobrar y siendo particularmente argentina promedio en el extranjero, las cosas - con adicción al tabaco de por medio- pueden ponerse un poco difíciles. El primer paso es cambiar de marca. La frase "Solamente fumo Marlboro Box" -y haciendo total hincapié en el "box", porque común no fumaba ni en pedo- quedó enterrada en el olvido. Como tantas otras de mis frases citadinas en este viaje. Para ser un poco más gráfica: Es como si hubiera tenido que escribir muchos de mis dichos de nena caprichosa en un papelito, para enrollarlo despacito y metérmelo bien en el orto. 

Un paquete de puchos en el centro histórico de Sao Luis oscila entre los R$ 6,50 y R$13 dependiendo del día y la hora del mismo. La duración del paquete de puchos sin embargo, también esta sujeta a varios factores: La ansiedad del momento, si estoy a dieta o no y la cantidad de hippies o moradores de la posada que se enteren de que compré cigarros. En un buen día solo convido alrededor de cinco puchos. En un mal día se me va un atado entero en un abrir y cerrar de ojos.

En fin. Estos últimos días estuve en economía de guerra, ahorrando a más no poder y, como en todas las demás cosas en las que controlé exhaustivamente los precios -comida, bebida, etc- los puchos no fueron la excepción. La necesidad despierta los sentidos, sobre todo la vista (en mi caso). No tardé mucho en darme cuenta de que Vanessa (Siske, de ahora en adelante) últimamente fuma sus cigarrillos a la mitad y debido a circunstancias totalmente desconocidas, tomó por costumbre salir a fumar al balcón dejando las colillas afuera, arriba de una parecita. Lo que más me sorprendió, sin embargo, fue mi reacción, ya que en lugar de pedirle amorosamente que en lugar de acumularlas las tire en la basura o en el cenicero, al toque vi un negocio en esa compulsión nueva que ella tiene: Por cada diez colillas vanessísticas, hay cinco puchos enteros para fumar. Así que chicos, eso hice, sí, me fumé los restos de cigarrillos de mi amiga para calmar mi ansiedad, apagar el fuego de mi adicción eterna sin pagar ni tener que moverme de la habitación y, de paso, ahorrar reciclando. En esto me convirtió este viaje muchachos.

Sao Luis de Maranhão. Centro histórico

Según Wikipedia, el Estado de Maranhão es una de las 27 unidades federales de Brasil. Está localizado al oeste de la Región Nordeste de Brasil. Tiene como límites: el océano Atlántico al norte, el Estado de Piauí al este, el Estado de Tocantins al sur y sureste y el Estado de Pará al oeste. Ocupa una superficie de 331.935,5 km² y su población es de 6.714.314 hab. La capital es São Luís. 

Ahora voy con "el lugar según yo": Sao Luis es bellísimo. veredas ultra estrechas en su grosor,  con calles adoquinadas. Todas dispuestas en subidas y bajadas. Edificios no tan altos, mitad hechos recontra culo por el paso del tiempo y la ausencia gubernamental para su conservación, misturados con algunas otras edificaciones que siguen la misma estructura pero un poco mejor cuidadas. Esa mezcla bruta, ese contraste drástico, es lo que le da al lugar una belleza exótica que asombra dejando las retinas abiertas e impactadas ante su rusticidad que la hace única. Yo me doy cuenta de cuanto me sorprende un lugar, cuando me ataca la desesperación por sacar la cámara de fotos y sacar y sacar interminablemente fotografías y, a la vez, sentir que no me da la amplitud de la lente o la cantidad de imágenes para poder perpetuar, lo más definidamente posible, lo que estoy viendo con mis ojos. Esto me pasó en Sao Luis.

En cuanto al clima, estás cerca del Ecuador, bastante cerca, así que el calor es insoportable desde muy temprano y hasta muy tarde. Esto trae como consecuencia que haya más población de cucarachas y felinos achanchados que de personas y además te cae la gota gorda a toda hora dejándote más pelotudo de lo que solías ser en tu vida normal en otro país de clima humanamente soportable o, por lo menos, no tan extremo. Salir a hacer algo - cualquier cosa - a la calle antes de las 17.00 hs de la tarde es, meramente, una auto-instigación al suicidio. Incluso los mandados requeridos para subsistir: Comer, tomar agua, fumar puchos, etc. que, irónicamente, son los más complejos de lograr porque se ve que el concepto de "kiosco" acá en el nordeste no existe, en Sao Luis incluso menos que en otros lugares e, incoherentemente, el término "mercado pequeño o mercadinho" tampoco es muy familiar en estas zonas. Para pilotearla, tenés la ferinha del centro histórico, donde te arrancan un ojo de la cara si querés comprar tres de las cuatro cosas que ofrecen, o algunos puestos en la calle que no están siempre y suelen vender cosas específicas como tapiocas, agua de coco, artesanías, comida vieja, birra y agua embotellada a precios exhorbitantes, cosas fritas (salgados y pasteis / croquetas y pasteles de masa fritos) y azúcar mojada con café - porque lo que toman acá no puede ser jamás un café endulzado, es lo contrario: Azúcar mojada con un halo de cafeína líquida - Si no, no te queda otra que caminarte las bajadas y subidas abajo del sol, cual vela derretida, para llegar al mercado popular o darle con ahínco y valentía un poco más y llegar al supermercado Matheus, que es como un Carrefour gigante. Ahí es donde están los mejores precios, la variedad interminable de productos acomodados en góndolas prolijas bajo un maravilloso aire acondicionado. En todo ese oasis lleno de variedad de productos, cosas y marcas, no encontrás un puto paquete de yerba ni por asomo. Esa es la razón principal por la cual me hice adicta al café, porque hace casi un mes que no puedo disfrutar un rico mate. La vida a veces es una mierda, chicos. 



A diferencia de los demás lugares de Brasil que visité, Sao Luis me hizo encontrarme de frente con la realidad cosmopolita de un país con una cultura que creí hasta el momento bastante parecida pero experimenté que resultó ser muy diferente. Esa diferencia fue acentuándose más y más con el paso de los días hasta convencerme de que, por más que seamos semejantes, no somos tan parecidos como pensaba. Todo en las ciudades se nota más. Lo bueno y lo no tan bueno. Todo es más chocante y a gran escala. Cuando uno vive en lugares aislados, pueblos chicos y paradisíacos como yo venía haciendo, la cosa no es tan notoria. Es claramente diferente, obvio, pero representa una leve brisa comparada con el huracán urbano. Cuando entrás a un lugar de estas dimensiones, la vida te da un cachetazo bajándote de un soplo de la nube de pedos por la que venís transitando "nena, la vida no son vacaciones, acá estas sola y tenés que rebuscártelas".

lunes, 9 de noviembre de 2015

Pessoas que bebem mais que a gente. Seresta.

Ayer domingo, en la ferinha de acá a la vuelta, en el centro histórico de Sao Luis de Maranhão, se celebró la SERESTA - no precisamente la de tu culo y ésta, antes de que algún boludo lo escriba -


La Seresta, es una especie de fiesta a la que nosotros llamaríamos sin dudar "fiesta pornográfica alcohólica" pero que acá naturalizan como reunión local. La joda arrancó aproximadamente a las 9.00 am (con certeza, porque yo escuchaba el sonido altísimo desde mi habitación) y terminó alrededor de las 18.30 / 19.00 hs, cuando el sol se puso. En todo ese tiempo, desde el primer minuto al último eh, las personas no pararon de escabiar birra y cachaça ni por un segundo. Vos entrabas a la feria y veías los puestos de café y chucherías cerrados y cajones con cadáveres de escabio por todos lados y las birras seguían rolando y rolando casi interminablemente. Una fuente inagotable de cerveza y manoseo quente. La música que sonaba era MPB - Música popular brasilera - tirando a lentona, claro, porque recuerden que acá todo ritmo es una buena excusa para que te apoyen bien el ganso acompañando movimientos pélvicos. En Brasil no bailan dos personas, es un ente siamés siempre, para despegarlos necesitas un palo, como con los perritos callejeros cuando tienen impulsos de procreación inconsciente. Coyunturalmente había arreglos y guirnaldas de papel barrilete colgados  de los marcos de las puertas y en las ventanas mostradoras de los localcitos que oscilaban dentro de la gama de blanco, lilas y violetas, figuras religiosas en carretas con flores, globos en serie y los parlantes gigantes al palo acomodados en cada puerta de acceso. Entrada gratis y abierta a todo público, no tanto la salida... Porque te agarraba un borrachín alzado y vos quedabas a la merced de la circunstancia. Nunca ví tanto alcohol en mi vida, lo juro. Ni tanto doblado caminando o tirado en la calle. Fin de fiesta complicado. La mejor parte es que después la fiesta sigue pero en otro lado, se muda. Y la mayoría de la gente que estuvo todo el día dándole al pico y la apoyada de ganso, se dirige CAMINANDO o en auto al otro predio para seguir la festichola. Increíble. 



domingo, 1 de noviembre de 2015

Malabaristas: Cambio radical de Paradigmas.

Es la primera vez en toda mi vida que me alojo en un camping. Dejé de vivir entre algodones - según dice mi vieja - saliendo de manera abrupta de las comodidades de mi casa con dormitorio en suit, para meterme de lleno en un asentamiento cuasi hippie lleno de arena y árboles de cajú que te escupen en la capocha, con tres baños para más de veinte personas (en el mejor de los casos), una cocina comunitaria poco equipada y, posteriormente, me vi rodeada de artesanos, malabaristas y músicos de diferentes países. Llegué con mis anteojos caros, botas de animal print en la mochila y una remera de los stone, a un lugar en que la última tendencia eran el samba, las rastas, los hombres en cuero y la ropa mayoritariamente hindú.

Giovanni & Kennedy.

El primer tipo que me habló fue Ariel, un artesano colombiano que me dijo "hola" y, dos microsegundos después, me ofreció un porro. La cara de incomprensión absoluta que me puso cuando le dije que no fumaba marihuana era de otro mundo, tal es así que me cuesta describirla. El segundo tipo que me habló era un mulato bahiano al que no le entendí un carajo lo que me estaba diciendo. De hecho jamás le entendí absolutamente nada. En toda mi estadía nunca pude descifrar lo que el flaco quería comunicarme, pero si yo veía que el chabón después de una frase estallaba, yo estallaba también para quedar bien. Hablaba más rápido que yo en mis picos más altos de ansiedad y encima en un portugués cerrado y creo que inexistente o seguramente inventado por él. El tercer tipo que me habló, lo hizo desde la comodidad de una red (hamaca paraguaya) y fue Kennedy, un malabarista brasilero de ojos color miel. El cuarto tipo (si, todos hombres) fue Alberto, un minero, de Minas Gerais, que se presentó clavándome los ojos directamente en las retinas, sonrió y me quiso zarpar un pucho, mientras una brasilerita de anteojos que se estaba comiendo se le pegaba como moco y lo chuponeaba de forma nefasta para marcar territorio y dejarle las pelotas punto nieve de manera reiterativa y sin descanso.